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| The Witcher 3 |
Los postigos cerrados y las puertas selladas no impiden sentir un escalofrío a todos los presentes en una taberna cualquiera de Velen. Todas las miradas se posan en Morgan, que con toda su incorporeidad, agita los espectrales brazos y exclama:
—¡A mí no me miréis! Y sin embargo, el frío enturbia la estancia, las velas titilan menguando su llama hasta casi mínimos, solo un instante. Cuando la llama vuelve a su ser, la carta de la siguiente mano se encuentra volteada sobre la mesa y en juego, esperando a ser girada. Y en la mesa de la disputa, una nueva presencia inclina la balanza. Cuarta mano de la partida de Anney Gallaway.




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