Día 6
Nara tejía entre sus envejecidas manos la tela de araña, la mezclaba con pasta de vervena y me indicaba con esa voz suya que está a medio camino entre la tierra del valle y la tierra de los espíritus, la tierra de los sin dientes; entre niños y sabios, con esa voz me indicaba como preparar los saquillos que quemaríamos en la hoguera durante la noche del solsticio. La arropé con un fardillo de lana, la nieve todavía cubría los altos picos del monte recio.
—Mezcla la vervena con el tomillo, el romero, la lavanda, la hiedra y algunas hojas de saúco—. Yo lo machacaba en el agua que le había robado al rio, sentía la esencia de su valle entrar en mi.
—Retira las hojas secas, aquellas para quemar las sombras y alejar las furias nocturnas, mi niña—.
Y lo hice, ayude a Nara y a sus manos sabias a untar con la protección del valle aquellos mantos que nos protegerían de las sombras que habríamos de enterrar durante la noche del soslticio.
—Mezcla la vervena con el tomillo, el romero, la lavanda, la hiedra y algunas hojas de saúco—. Yo lo machacaba en el agua que le había robado al rio, sentía la esencia de su valle entrar en mi.
—Retira las hojas secas, aquellas para quemar las sombras y alejar las furias nocturnas, mi niña—.
Y lo hice, ayude a Nara y a sus manos sabias a untar con la protección del valle aquellos mantos que nos protegerían de las sombras que habríamos de enterrar durante la noche del soslticio.
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