Día 8
Se cubriría de otoños, con el manto suave de la caida de las hojas. Arropada por las ramas que cerraban el camino a visitas indeseadas, aquellas que no pertenecían al valle, aquellas que la tierra expulsaba. Llegaría por el camino boscoso a casa, para ver un rostro viejo tras tras la ventana aun más vieja del desván. Rodeada de caducas en variantes verdes, amarillos y naranjas, el marrón lo pintaban las vigas, raices de la casa que, junto a la vieja yaya se preparaba para afrontar un invierno más. La dignidad, antes de la caida, en rojos
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